lunes, 19 de noviembre de 2012

LA SUGERENCIA DEL CHEF: El risotto de tres hongos

Desde hace mucho tiempo los lunes se volvieron mis domingos.
desnaturalizados y perversos, mientras miro por las ventanas a los demás correr agitados a sus oficios. Me dispongo a lentamente retomar mi vida. Los tranquilos y largos rituales de la ducha, la casi obsesiva revisión de correos electrónicos, los libros abiertos, las revistas esperando un mejor momento, la paz compulsiva.

En cierta forma es como terminar algo, que es como empezar. He invitado a alguien a quien quiero mucho a almorzar conmigo, porque quiero homenajear el recuerdo de todo el cariño que nos tenemos y los días en los que, cuando dormíamos juntos las noches se pasaban tranquilas y ligeras como las sábanas lisas de esa cama que compartimos.

Pero en la vida, tenemos que apostar siempre por la pasión, desde todos los puntos, desde las infinitas posibilidades, la pasión, el fuego, la carne y el sudor imposible de dos cuerpos que se untan donde se hunden y el empuje de vida que se entregan uno al otro.
El amor es una cuestión de aforos, los encuentros en los que todo se convierte en besos pausados en labios tibios, donde el colchón ha empezado a ser el sillón de lectura de dos hermanos, termina llenando la copa e inevitablemente derramar su contenido a otros cuerpos que se brinden pasajeros o mercenarios.

Para decir cuanto te quiero y cuanto siento no seguir amándote como un hermano, he traído portabellos,  griminni y shiitake.
En el sartén caliente, un chorro de aceite de oliva y en el tres dientes de ajo, hermosos en su pungente rosa y blanco.
Cebolla cortada con precisión de artesano y cuatro puñados de arroz arborio.
Cuando los granos se tornan transparentes, con una opalescencia delatadora, hemos de vaciar una copa del vino que estoy tomando desde temprano en la mañana.
Y en ella voy soltando uno tras otro los hongos picados gruesos.

El único secreto para preparar risotto, es no abandonarlo jamás; como lo he hecho contigo, como tu lo has venido haciendo conmigo, dedicarle el esfuerzo de moverlo con mi cuchara de madera de álamo, para que la cocción en el sartén sea uniforme. Para que el mover circular de los granos en el liquido perfumado vaya sacando poco a poco el almidón del arroz y le de esa textura cremosa, elegante y tierna.

Hay que encontrar lo mejor de cada uno, yo lo he hecho.
Tres veces pide líquido el arroz en su borboteante preparación, he vaciado mi copa una vez y luego he puesto caldo de verduras para apagar la sed de esta aromática preparación.

antes de terminar, he soltado un dado generoso de mantequilla helada y un puñado grande de queso parmesano rallado, para mantecarlo, para asegurar su aromática superficie brillante, su delicado contraste de sabor entre los granos de arroz y el ragú de hongos silvestres.

Una porción de perejil fresco recién picado y quizás unas hojas de rúgula antes de servirlo en nuestros platos.

Ahora que has llegado a mi casa, sonriente y esplendido como siempre, levantamos una copa de un merlot rosé por los buenos tiempos; no, no esos que pasaron, sino todos estos que vienen por delante ahora que hemos comprendido que de una forma u otra seguiremos acompañandonos, como amigos, como esos hermanos que la vida se esforzó por juntar, a través del tiempo, de miles de kilómetros, de otras personas y de estas risas que marcan, levantan, elevan, acompañan, enternecen, adormecen y dicen: hasta siempre!

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Carlos Fuentes

Carlos Fuentes
Chef ejecutivo, hizo sus estudios en Francia. Ha trabajado en Europa, en Estados Unidos, Panamá y Ecuador.