domingo, 2 de septiembre de 2012

LA SUGERENCIA DEL CHEF: Las Bolas


No es que sea una confesión verdadera, de hecho lo he cantado al viento y todo el que me quiere oír sabe que no le encuentro el mas mínimo gusto al fútbol.
Ahora que están meneando gravemente sus cabezas y algunos han cambiado de pagina y dejan de leer irremediablemente, ahora es cuando viene la confesión real.
A mi me gustaría ser un tipo normal. Es decir, me gustaría sentir esa pasión, ese fervor visceral, ese tener que hacer en las tardes tristes de domingo.

Me gustaría poder asistir a almuerzos y no quedarme moviendo tontamente las verduras con mi tenedor, mientras los demás gozan contando las peripecias de una esfera y 22 (¿serán 22? ¿contará como jugador el personaje que se para en el arco?) personas.
Créanme, damas y caballeros, me he obligado a mi mismo a oír programas de radio, partidos, inclusive alguna ve quise ir a un estadio; pero no, definitivamente me perdí en divagaciones y no logré en definitiva, el, vamos a hablar francamente, hallarle el gusto.

No va mas, no me gusta. Prefiero enfocar mis esfuerzos en otras batallas y definitivamente encuentro que hay otros esfuerzos físicos compartidos mucho mas gratificantes y que gritar hasta el paroxismo, es mejor por una buena posición entre sábanas que frente a un televisor y acompañado de algunos energúmenos malolientes a cerveza.
Sin embargo deliro por las formas esféricas. Ese maravilloso centímetro que asoma entre el fin de la camiseta y el comienzo de un pantalón, ese terso nacer de unas nalgas firmes y cantarinas
Ese camino de gotas que abrillantan la piel detrás de esa camiseta mojada en el gimnasio, esas esferas.
Mientras tanto, en una olla profunda voy poniendo algo de aceite, y sobre el, en el: cebolla picada, papas cortadas en cubos gruesos, coles en cuadros pequeños, zanahoria y algo de apio.
Mientras los vegetales empiezan a ponerse tiernos, hiervo algunos verdes y rallo otros crudos, para mezclarlos junto con huevos y manteca de cerdo hasta hacer una masa manejable que no se pegue a las manos.

Tomamos un montón generoso de esta masa y lo rellenamos con arvejas, zanahoria, carne de res, huevo picado y pasas, lo volvemos a cerrar y lo reservamos.
Mientras estas bolas reposan, le añadimos caldo de costilla y maní molido a la olla y esperamos a que se forme una sopa consistente, rica y perfumada con cilantro.

Cuando rompa el hervor y las burbujas empiecen a liberar el olor de los pedazos de carne soltamos una a una las bolas de verde y las dejamos ahí hasta que floten, signo inequívoco de que ya están listas.

Eso mismo, todo junto y servido en platos calientes, y acompañado con un riesling, es todo lo que necesito para sentir que con el perfumado olor de maní y verduras de este caldito e’ bola, absolutamente toda deja de tener importancia y me concentro en esas otras redondeces que hacen mis delicias, mi sustento, mi pecado y mi penitencia. 

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Carlos Fuentes

Carlos Fuentes
Chef ejecutivo, hizo sus estudios en Francia. Ha trabajado en Europa, en Estados Unidos, Panamá y Ecuador.